Sol
templado del atardecer. Música. Cigarros. El extranjero.
Cojo
mis bártulos y me dispongo a disfrutar de los últimos de rayos de
sol de un viernes para nada interesante. No hay mejor plan para
descansar que poner en marcha tu mente. Mientras el humo del cigarro
me envuelve, la boquilla vuelve a mi boca.
Llevo
desde la mañana reflexionando sobre el momento en que dejé de
deletrear las palabras para ver si eran impares o pares. Sobre el día
en que pensé que hacía mucho tiempo que no me quedaba despierta
toda una noche, escribiendo, dibujando; soñando.
Todo
el mundo se equivoca; “es porque somos humanos”, me contesto a mi
misma. Sin embargo no existe nadie sobre la faz de la tierra que se
considere realmente perfecto. (existe la perfección de lo humano? Algo así como aquello que me asegure que algo es
perfectamente imperfecto?) De repente te encuentras andando por la
playa, revólver en mano; oyes disparos y eres tú, ¡la mano
ejecutora!. A veces es peor; a veces eres tú la víctima (a manos
propias). No puedo huir de mi misma. De mi mente.
Otra
calada. Nadie es feliz constantemente; por eso es algo tan ansiado.
La felicidad. Pero, ¿qué es la felicidad? Instantes de
satisfacción, de sentirse bien con el mundo. Lo pillo. La felicidad
son momentos de placer. ¿El placer es la felicidad?
Qué
es el placer, cuáles son mis placeres, qué soy yo.
Con
todas estas preguntas pululando en mi cabeza, salta Janis, con su
Maybe, inconfundible, rasgado, que duele. Dejo a un lado el libro. Me
centro en la música, en mis pensamientos, que fluyen y confluyen.
Ahora
pienso en de Saint Exupéry. “lo esencial es invisible a los ojos”.
Sería de necia negar la existencia de la felicidad. Pero pretendo
(necesito) plantearlo de otro modo.
El
placer es más accesible, lo disfrutamos siendo conscientes de él,
¿por qué no buscar el placer (posible, sencillo), como meta de
vida, en vez de la felicidad (oculta, solo admirable desde el momento
suave y dulzón del recuerdo)?
Yo
entiendo la vida como la sucesión de placeres. Aquellos de los que
disfruto, y que me hacen un poquito más liviana la carga de buscar
la felicidad. Por eso me gusta sentir lo bonito de captar la esencia de un libro,
de hacer mía una canción, de beber cerveza fría en verano,
hablando de lo fútil que es Dios en este mundo de egoístas.
The
Doors – The End.
Cambio
de tercio. Me río. Porque la gente está muy equivocada. No saben lo
que se pierden escogiendo construir sus vidas en torno a una mentira.
La vida es una mentira, como ellos la conocen. Como todos la
conocemos. “Vivir es sufrir” (FALSO!!!)
Noto
una lágrima por mi mejilla. Será que estoy sensible. Será que soy
adolescente y mi vida no me gusta. Lloro porque comprendo lo
ignorante que soy. Pero sobre todo lloro porque, cada día,
desaprendo lo que un día me enseñaron que era vivir. Más y más
información sobre lo arduo de la vida. Reemplazada por lo que mi
mente me dicta a media voz “NI PENSAR NI CREER. SENTIR. ESO ES
TODO”. Yo siento cosas bonitas. Siento el amor, siento el dolor,
que también es placentero, siento la confusión y el placer de
aprender.
Me
calmo. He venido, de los Zafiros. Pero no es el momento de rancheras.
Busco
en la playlist, escojo algo que levante el ánimo. Qué bello es
vivir, del Kanka.
Tras
el desborde de emociones, las golondrinas siguen entre las nubes. El
cielo se colorea de naranja, rosa y amarillo. Me fundo en las
tonalidades del atardecer, me elevo hasta oler las estrellas, y
escucho al sol llorar por su amor imposible con la luna. Landslide,
covered por Smashing Pumpkins. Me doy cuenta de cuánto estoy
disfrutando el momento. Me siento sonreir.
“But
i've been afraid of changing 'cause i've built my life around you”
Todos
nos equivocamos.
Quizás
yo esté equivocada. Y sea la persona más feliz del mundo.
Quizás
no entienda qué es el placer. Y lo confunda con esa puñalada en las
entrañas, el sudor frío que te recorre la columna, y el grito de
amor que surge de las bocas de los enamorados a altas horas de la
mañana, tarde y noche.
Lo
único que tengo claro es que la vida cambia en segundos. DE LA MÁS
ALTA EUFORIA A LA MÁS PROFUNDA AFLICCIÓN.
Pienso
que Goethe tiene mucha razón. Y que tengo hambre.
Quiero pensar que
mañana veré las cosas de distinta manera.
Rebobino.
Preparo
el aleatorio del iPod, y comienzo el juicio del sr. Meursault.
Tal vez y creo que no me equivoco haya sido una de las lecturas en la cual me he volcado más en todo estos años. Te felicito y las palabras se quedan cortas. Tienes una facultad inusual y que muchas personas aspiran a conseguir a lo largo de su vida,tienes suerte, o quizás esta facultad sea también una consecuencia del modo que planteas tu vida y la personalidad que posees. En tus escritos extrapolas cada una de las sensaciones que sientes y que te acontecen a palabras y eso es algo increíblemente complicado. Además de poseer un interés especial debido a la gran calidad de tus escritos en ocasiones precedentes, he mostrado una gran atención porque aunque te expresas de manera clara y sencilla si de verdad alguien quiere llegar a comprender lo que tus palabras guardan debe de analizarlas cuidadosamente para llegar a interpretar su conjunto. Solo me queda decirte que espero y deseo que nunca abandones esta faceta porque pienso y creo que te hará mucho bien durante toda mi vida y es una pena que poseyendo la materia prima que tienes la desperdicies, intentaré de alguna forma siempre estar atento a tus escritos si continúas con ellos, porque es un gozo poder leerlos.
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